Gluten es el nombre general por el que se conoce a una de las proteínas presentes en el trigo, centeno y cebada. Es una sustancia de la harina que aporta estructura a la masa, el "aglutinante" que unifica el producto y, a la vez, es el ingrediente que actúa como levadura.
La lactosa es el principal azúcar que lleva la leche y sus derivados. La intolerancia a la lactosa se produce por el déficit de lactasa, una sustancia del intestino delgado cuya misión es ayudar a la absorción de la lactosa. Cuando existe un déficit de esta sustancia, la lactosa no absorbida pasa al colon, dónde las bacterias la descomponen formando ácidos, agua y gas, que son los responsables de los síntomas: flatulencia, dolor abdominal, movimientos intestinales, diarrea, etc. El déficit de lactasa pueden ser permanente o transitorio (este último provocado por enfermedades inflamatorias o infecciosas). También puede ser parcial o total. Por tanto cada paciente tiene un déficit diferente, siendo este el motivo por el que se debe individualizar la dieta según las circunstancias de cada uno.
La fructosa es un monosacárido, también conocido como levulosa o azúcar de las frutas y la miel. Durante la década de los 70 comenzó a comercializarse como edulcorante para diabéticos ya que tiene una alta capacidad endulzante y menos calorías que la glucosa y sacarosa. Sin embargo estudios en los años 80 mostraban que las personas que seguían dietas ricas en este monosacárido desarrollaban con más frecuencia un síndrome metabólico: obesidad, diabetes tipo II, hiperuricemia con gota y aumento de colesterol y triglicéridos en sangre. Esto se debe a que la fructosa necesita ser metabolizada en el hígado, donde se acumula finalmente en forma de glucógeno. Además la fructosa, a diferencia de otros azúcares, sacia mal el apetito.